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A medida que aumenta la temperatura de los ríos Roaring Fork y Colorado, los administradores intentan mantener condiciones frescas para los peces

 A cutthroat trout on a rocky stream bed
Kendall Bakich
/
Colorado Parks and Wildlife
La trucha degollada es la única trucha originaria de Colorado y su entorno ideal es el agua fría. Eso es un problema cuando las temperaturas más elevadas derivadas del cambio climático provocado por el hombre causan estrés a la especie.

You can find an English-language version of this story here.

En la confluencia de los ríos Roaring Fork y Colorado en Glenwood Springs, está claro que un frío invierno nevado se ha convertido en cálidos primavera y verano para los caudales locales también.

El 23 de junio, el nivel del agua estaba 50 % más alto de lo que estaba en la misma época el año anterior, fluía el doble de rápido, de acuerdo con un sensor monitoreado por el Servicio Geológico de Estados Unidos. Datos provisionales demuestran que, también, el agua estaba más fría, unos cuantos grados centígrados.

Eso es buena noticia para los peces que habitan en estas aguas, al menos por ahora.

“Tengo la impresión de que es un buen año dentro de un mal patrón”, dijo Clay Ramey, un biólogo pesquero que trabaja en el Bosque Nacional White River, en una entrevista en la oficina del Servicio Forestal de Estados Unidos en Aspen.

“Brinda a todos estos animales un año para desarrollarse mejor y prepararse con todo para la siguiente ronda de sequía”, dijo. “En realidad, es como un regalo para los arroyos y los bichos que viven en ellos”.

The confluence of the Roaring Fork and Colorado rivers in Glenwood Springs shows the differences between the two rivers in color and chemistry. But both have faced lower flows and warmer temperatures in recent years, impacted by human caused climate change.
Caroline Llanes
/
Aspen Public Radio
La confluencia de los ríos Roaring Fork y Colorado en Glenwood Springs muestra las diferencias entre ambos ríos, en su color y composición química. Pero ambos han padecido caudales más bajos y temperaturas más altas en años recientes, afectados por el cambio climático causado por los seres humanos.

Ramey se hunde en ríos, arroyos y riachuelos desde Meeker hasta Aspen, entre ellos, el río Roaring Fork.

Afirmó que la mayoría de los peces en Roaring Fork son peces de agua fría, como la trucha arcoíris y la trucha degollada, y estos peces han tenido un par de años difíciles.

La temperatura del agua se ha elevado un poco y hay menos agua, no solo aquí, sino en otras vías fluviales en el Bosque Nacional White River.

Clay Ramey (a la izquierda, con la capucha puesta) y su equipo cuentan peces usando mochilas de electrochoques en los arroyos que conforman la vertiente del Roaring Fork en 2019. Ramey afirma que él y otros investigadores han observado una reducción en las
poblaciones de peces desde hace varios años.
Courtesy Clay Ramey, U.S. Forest Service
Clay Ramey (a la izquierda, con la capucha puesta) y su equipo cuentan peces usando mochilas de electrochoques en los arroyos que conforman la vertiente del Roaring Fork en 2019. Ramey afirma que él y otros investigadores han observado una reducción en las poblaciones de peces desde hace varios años.

“En 2018, el nivel del agua bajó mucho”, recuerda Ramey. “Fuimos a los arroyos a principios de junio o principios de julio y el nivel del caudal era similar al de septiembre y, luego, no llovió en todo el verano. Así que el caudal disminuyó y la temperatura del agua se elevó, desde el primer día. Los peces de agua fría no se desarrollan bien en ese entorno”.

La vertiente de Roaring Fork se encuentra en la cuenca alta del río Colorado, que incluye partes de Colorado, Nuevo México, Utah y Wyoming. Y entre 2000 y 2014, los caudales en la cuenca alta fueron casi 20 % más bajos que los del promedio del último siglo, la peor sequía de 15 años registrada.

Investigadores del equipo del Colorado River Research Group (Grupo de Investigación del Río Colorado) en Boulder estiman que entre una sexta parte y la mitad de esa pérdida se debió al aumento de las temperaturas, casi un grado centígrado más que las temperaturas promedio en el siglo XX.

Su estudio arrojó que esas temperaturas más altas se relacionaban con el cambio climático provocado por el hombre y una mayor emisión de gases de efecto invernadero y que “los futuros impactos del cambio climático en el río Colorado serán mayores de lo que se supone actualmente”.

Los datos (Data) del programa Western Water Assessment de la Universidad de Colorado, en Boulder, muestran patrones similares en el río Roaring Fork.

Desde el año 2000, el nivel de los caudales ha sido 13 % más bajo en promedio que el de los del siglo XX, aunque la cantidad de lluvia o nieve no cambió mucho.

Los administradores de vida silvestre han visto los impactos de primera mano a lo largo de un sistema fluvial interconectado.

En 2019, Ramey contaba truchas degolladas en West Divide Creek, que vierte sus aguas en el río Colorado, cerca de Silt. En un tramo de 100 metros de arroyo, donde las contadoras de peces solían marcar 30 o 40 peces adultos, Ramey dijo que marcó solo uno durante ese conteo.

Otra especie de agua fría que también está pasándola mal es el prosopium williamsoni (mountain whitefish). Estos peces son originarios de otros ríos del noroeste de Colorado y se introdujeron al Roaring Fork en la década de los años 40.

Y sus poblaciones han disminuido de manera crítica en los últimos 15 años más o menos, hecho que los investigadores atribuyen al aumento de la temperatura en el río Roaring Fork, junto con las descargas de sedimentos provocadas por las lluvias monzónicas. Entre los investigadores, está Kendall Bakich, una bióloga acuática que colabora con Colorado Parks and Wildlife (CPW) (Parques y Vida Silvestre de Colorado).

Researchers catch and count mountain whitefish populations, and measure them to get an idea of the population’s health. Their numbers have declined sharply in the past decade.
Kendall Bakich
/
Colorado Parks and Wildlife
Los investigadores atrapan y cuentan las poblaciones de prosopium williamsoni y las evalúan para tener una idea de la salud de la población. Sus cifras han disminuido bruscamente en la última década.

“La especie que solía ser la más abundante en el río Roaring Fork, ahora es muy, muy escasa”, comentó. “Solíamos atrapar entre 60 y 100 de estos peces por acre y ahora atrapamos menos de 10 en nuestros sondeos”.

Comentó que el aumento de temperatura también puede afectar la capacidad de este pez de desovar huevos que de hecho sobrevivan para nacer.

Las condiciones estresantes provocan que CPW promulgue cierres de pesca voluntarios en un esfuerzo por reducir el estrés que provocan los pescadores de caña a los peces. Pero afirma que, en estas condiciones, de todos modos, la mayoría de ellos no quieren pescar.

“Parte de la diversión de pescar es …enfrentarse con los peces, halarlos y [conseguirlos], ya saben, demostrar pericia con el sedal”, comentó. “Pero los peces, como que solo se rinden y no demuestran energía... de inmediato se siente que no están bien. Incluso si han dado un poco de pelea o se les manipula poco, los pescadores de caña reconocen tanto que ya no disfrutan la actividad como que es estresante para los peces”.

Ivan Perrin, un guía de pesca local, conoce ese sentimiento.

Ha trabajado como guía de pesca en Roaring Fork Anglers en Glenwood Springs durante más de 30 años.

Sentado en la tienda de Glenwood Springs, recordó un momento de decepción que sintió en uno de sus lugares favoritos del río Colorado, en un lugar llamado “the Horse Crossing”, entre Silt y Rifle.

“Un día, a finales de verano, durante la época en la que uno debe saber cómo manejar a los peces después del punto de estrés, para que sepan que serán liberados y estarán bien, me topé con los peces migrantes y había cuatro truchas arcoíris muertas en el fondo del río”, relató.

Perrin aseveró que el pescador que atrapó a esos peces, no les dio tiempo suficiente para recuperarse antes de devolverlos al agua.

“Lo peor es que medían entre 18 y 20 pulgadas”, agregó. “Eran peces de trofeo para cualquier pescador. Y había cuatro. Fue una decepción”.

En estos días, Perrin intenta promover un menor contacto humano con los peces, menos manipulación y no tomar tantas fotos, para que los pescadores de caña puedan continuar disfrutando de esta actividad con mayor reconocimiento del estado de los peces que atrapan.

An angler on the banks of the Roaring Fork in Glenwood Springs photographs his cutthroat trout in the net, making sure the fish stays wet. Some anglers and managers are trying to promote limited contact with fish to give them a better chance of surviving after a catch.
Caroline Llanes
/
Aspen Public Radio
Un pescador de caña en las orillas del Roaring Fork en Glenwood Springs fotografía a la trucha degollada que tiene en la red, asegurándose de que el pez permanezca mojado. Algunos pescadores y administradores intentan promover un menor contacto con los peces para aumentar su posibilidad de sobrevivir después de que los atrapan.

Pero, con el cambio climático, no hay mucho que puedan hacer individualmente los pescadores y quienes realizan actividades recreativas por las poblaciones de peces.

Ramey, el biólogo pesquero, afirma que es posible que los peces no puedan mantener un pequeño enfrentamiento con un pescador si nadan en condiciones no adecuadas para ellos, como la temperatura o la composición química del agua.

“Deben esforzarse más tan solo para mantenerse vivos, para regular su metabolismo y, en sí, para funcionar como organismos”, afirmó.

Los investigadores en el programa Western Water Assessment y del equipo del Colorado River Research Group predicen que las tendencias de calentamiento continuarán y los niveles de los caudales seguirán siendo bajos.

Y esa tendencia depende de las emisiones de gases de efecto invernadero que podamos reducir en los próximos años.

En virtud del escenario de menos emisiones (lower-emissions scenario) de Western Water Assessment, las temperaturas podrían elevarse tanto como 6 grados para el 2050 y reducir los caudales en el oeste de Colorado y el río Roaring Fork tanto como entre 20 y 30 %.

Así que, ahora mismo, Ramey y el Servicio Forestal están buscando más soluciones a nivel de todo el paisaje que puedan ayudar a reducir factores estresantes ambientales.

Esas son un poco más difíciles de encontrar, pero Ramey dijo que podrían presentarse algunas oportunidades para crear un hábitat ribereño más resiliente ante el cambio climático.

Una de ellas podría describirse como una solución milagrosa peluda.

“Asegurarnos de que los castores estén contentos y ocupen tantos lugares como puedan es sin duda lo mejor que podemos hacer para ayudar a estos ecosistemas de arroyos y cabeceras”, afirma Ramey.

En general, dijo Ramey, los castores ayudan a mejorar los hábitats, en particular a un ecosistema como la vertiente de Roaring Fork, que se alimenta principalmente del deshielo.

Afirma que después de la escorrentía de la primavera, los caudales se reducen a medida que avanza el año.

Pero las presas que construyen los castores regulan el caudal de agua de los ecosistemas de arroyos durante el verano, mejorando así las condiciones posteriores cuando los caudales son normalmente bajos.

An old beaver dam at Hallam Lake near the Aspen Center for Environmental Studies needs to be dismantled by naturalists every day, so the lake doesn't flood the facilities. Beaver dams allow for wetland and riparian habitats to thrive through their regulation of water flows.
Caroline Llanes
/
Aspen Public Radio
Montones de varas y ramas pequeñas demuestran actividad de castores en la reserva natural del lago Hallam en el Centro de estudios ambientales de Aspen. Las presas de castores permiten que los humedales y hábitats ribereños se desarrollen favorablemente mediante el control del caudal.

Las presas también ayudan a estabilizar las riberas y permiten que crezcan los árboles, que sirven de sombra, muy necesaria para controlar un poco la temperatura del agua de los arroyos. También crean hermosos y diversos hábitats para peces.

“Y eso no implica agregar cosas nuevas para crear nuevas características”, agregó Ramey. “Solo intentamos proteger y mantener o restablecer lo que ya estaba en la naturaleza antes de que los seres humanos la perturbáramos”.

El Bosque Nacional White River emprenderá iniciativas importantes para estudiar la presencia de castores en la vertiente de Roaring Fork este verano. Los trabajadores estacionales caminan por la vertiente usando fotogrametría aérea como guía para determinar dónde ya hay presas de castores y dónde podría ser beneficioso que las hubiera en el futuro.

Luego, los administradores forestales pueden hacer planes relacionados con los castores, ya sea llevar más de estos animales a la vertiente o crear estructuras similares a las presas de castores que cumplan la misma función.

Estas iniciativas harán una diferencia a largo plazo, mientras que la fuerte escorrentía del invierno nevado de este año ayuda a darle un descanso a los peces, al menos por ahora.

Esta noticia fue traducido en Español por Global Language Services.

Nota del editor: Esta historia pertenece a una serie de cuatro partes de la Aspen Public Radio, Adaptation: Responding to Climate Change in the Roaring Fork Valley (Respuesta ante el cambio climático en el valle de Roaring Fork).

La serie está financiada por un subsidio de la Environment Foundation (Fundación para el medio ambiente) de Aspen Skiing Company. Si desea compartir la idea para una historia para nuestra cobertura continua sobre el clima, comuníquese con nosotros escribiendo a news@aspenpublicradio.org.

Caroline Llanes is a general assignment reporter at Aspen Public Radio, covering everything from local governments to public lands. Her work has been featured on NPR. Previously, she was an associate producer for WBUR’s Morning Edition in Boston.