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Katie Ertl, lugareña de toda la vida, recuerda las grandes ventiscas que vivió en su infancia, así como la manera en que la nieve solía cubrir las carreteras cerca de su casa en Aspen Village.
“Mi hermana gemela, Megan, y yo bajábamos esquiando a las paradas de autobús en las carreteras, luego, después de clases y del entrenamiento de esquí, nos arrastrábamos una a la otra para subir a la montaña de nuevo en nuestros esquíes”, comentó. “He notado que hay más áreas pavimentadas de las que había cuando éramos niñas”.
Esa es solo una de las manifestaciones del cambio climático que Ertl ha visto en el valle de Roaring Fork.
Como vicepresidenta ejecutiva de operaciones en la montaña en Aspen Skiing Company, sabe que los impactos van mucho más allá del trayecto a su escuela en la infancia.
“Un hecho científico es que tenemos aproximadamente 30 días menos de heladas”, comentó. “Así que, técnicamente, el invierno se ha reducido un mes”.

Los datos recopilados por estaciones meteorológicas locales demuestran la contracción de la temporada en las últimas décadas.
Un análisis del Aspen Global Change Institute (Instituto del cambio global en Aspen) calculó un promedio de 89 días consecutivos sin heladas por año en la década de los años 80, o tres meses consecutivos donde la temperatura no descendió a bajo cero.
Algunas décadas después, durante el periodo entre 2010 y 2018, el promedio fue de 120 días o cuatro meses.
“Eso supone casi un mes en días, ya sea en otoño o primavera, en los que lloverá en lugar de nevar, o si ya hay nieve en el suelo, esa nieve empezará a derretirse más pronto”, dijo Elise Osenga, gerente de ciencias comunitarias en el Global Change Institute.
El climatólogo Peter Goble, del Colorado Climate Center (Centro Climático de Colorado) en la Universidad del estado de Colorado en Fort Collins también ha notado los cambios.
“Estamos observando más años donde la nieve empieza a derretirse y supera el ritmo de las nuevas acumulaciones de nuevas tormentas más temprano en el año”, dijo.
Afirma que estamos en una mejor posición aquí en Colorado: nuestra nieve se acumula a mayores altitudes y a temperaturas más frías que en algunas montañas de la costa oeste, por ejemplo.
Aun así, los modelos climáticos de largo plazo que proyectan más calentamiento en el futuro no pintan un buen panorama.
“Aún hay mucho por ver más adelante, pero en general, el aumento en las temperaturas no es buena noticia para los esquiadores”, afirmó Goble.
Pero si observamos las montañas cubiertas de nieve el pasado invierno, o incluso algunos de los datos de nevadas sobre las áreas locales para esquiar, eso sería difícil de creer.
En un día frío y nublado de finales de marzo, el director de Seguridad en la Nieve de Aspen Highlands, Jeffrey “O.J.” Melahn se dirigió a una arboleda debajo del telesilla de Cloud 9 para medir la nieve.
“Intentamos dejar esta zona tal como está”, dijo, señalando un letrero que dice “Prohibida la entrada” colocado en la entrada.
Melahn y otros patrulleros de esquí han registrado diariamente las nevadas en este mismo sitio de estudio climático durante tres décadas, y sus datos demuestran que, en su mayoría, la cantidad de nieve que cae en promedio en la montaña se ha mantenido igual hasta ahora.
“Tenemos años húmedos con muchas nevadas y tenemos años secos sin tantas nevadas, y no creo que exista un verdadero patrón”, comentó Melahn en una entrevista.
Esa variabilidad es algo que el vicepresidente ejecutivo de sostenibilidad de SkiCo, Auden Schendler, también observa.
Pero con las temperaturas en ascenso y la cantidad de días helados en descenso, comentó que se necesita que caigan más copos para mantener la misma cantidad de cobertura en las pendientes.
“En un mundo más cálido, es necesaria más nieve si deseamos tener suelos húmedos y mantos de nieve estándar. “Así, lo que informa O.J. es correcto: la cantidad de nevadas es la misma, pero en un mundo más cálido, eso no funciona”.
Con el fin de abordar el cambio climático, Schendler dijo que SkiCo tiene la responsabilidad no solo de reducir sus propias emisiones de carbono, sino de ayudar a promover medidas y políticas climáticas que tengan un impacto más allá de la industria del esquí.
“Aspen es un lugar con poder”, dijo. “Si podemos usar ese poder de maneras que causen un impacto positivo en sistemas completos, servicios públicos, políticas estatales y federales, si podemos influir en las personas realmente poderosas que nos visitan, si podemos penetrar los medios de comunicación y cambiar las normas sociales respecto de nuestro diálogo sobre el cambio climático, así será como abordaremos este problema”.
Ertl está agradecida de que SkiCo tenga un equipo responsable de la sostenibilidad, que busca maneras de proteger el sustento de las personas y enfrentar el problema de las emisiones de carbono.
Pero con los cambios que ya se están dando, dijo que es necesario que en las áreas para esquiar se tomen medidas para mantener la nieve en las pendientes.
“Creo que lo que estamos observando ahora es una reacción. Luego, debemos considerar cómo podemos prepararnos a medida que las cosas empiecen a cambiar”, afirmó.
Un ejemplo de esa reacción es el “glading” (hacer claros o glades) o remoción estratégica de algunos árboles y maleza muerta para crear una pista más esquiable, algo que, según Ertl, SkiCo planea hacer más en sus montañas.
Según Ertl, la nieve no se derrite tan fácilmente cuando una pista se compacta por el uso de los esquiadores. Comentó que ya se puede ver ese efecto en áreas de glades, como Reidar’s Glades cerca del telesilla de High Alpine en Snowmass.
“Invitamos a esquiadores y visitantes a acudir a ese espacio. La compactación que aportan ayuda a comprimir la nieve, por decirlo así, y a que esta permanezca firme más tiempo”, aseveró.
Ertl comentó que también están cambiando la manera de fabricar nieve.
En 2021, dado el clima más cálido, SkiCo solo pudo generar 10 % de la nieve que produce normalmente para el día de apertura.
Dada la menor cantidad de días helados durante el otoño, SkiCo está empezando a instalar y usar cañones de nieve a mayores altitudes donde la temperatura es más baja.
“Estamos observando que tanto en Snowmass como en Aspen, a 10,000 pies de altitud o más, podemos producir esa nieve antes en la temporada que a menos altitudes”, afirmó Ertl.
En Sunlight Mountain Resort, cerca de Glenwood Springs, Mike Baumli, administrador de la montaña y su equipo están enfrentando algunos de los mismos desafíos.
“Ha sido bastante inestable en el otoño, pero creo que estamos presenciando inviernos más cortos y más cálidos”, afirmó.
Su equipo está analizando diferentes maneras de atrapar la nieve que llega a caer y de ser más eficientes en la cuestión de rellenar los huecos.
“Hemos ampliado nuestro programa de vallados paranieves a manera de atrapar más de la nieve natural que cae”.
Una vez que se ha acumulado suficiente nieve a lo largo de las vallas, los tractores para nieve pueden distribuirla en las pendientes.
El subgerente general de Sunlight, Ross Terry, también comentó que han actualizado su equipo para fabricar nieve con tecnología nueva que consume menos energía y puede producir nieve incluso cuando las temperaturas están cerca de los 30 grados.
“Eso contribuye en gran medida a facilitar la producción de nieve, a producirla de manera más eficiente y a obtener mayor cobertura a partir de la misma cantidad de agua”, aseveró.
Pero incluso con equipos más eficientes y embalses en las montañas para almacenar agua, los administradores de Sunlight y SkiCo temen que la escasez de agua en el oeste afecte su capacidad de producir nieve.
“Debemos prestar atención a las necesidades municipales y cerciorarnos de que podemos producir nieve, aunque quizá no sea posible en las cantidades que solíamos hacerlo”, dijo Ertl.
Cuando se trata de problemas como sequía y cambio climático, Ertl y Schendler concuerdan en que la única manera de garantizar que se pueda seguir esquiando en el futuro es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a través de políticas y acciones directas.
“Como yo lo veo, más vale que ya estén trabajando en resolver este problema porque podemos producir toda la nieve que quieran, pero de igual modo quebrará el negocio”, comentó Schendler.
Asimismo, ambos reconocen que hay muchas más cosas en juego que solo el fin de un deporte.
“Esquiar es una actividad superflua. Es un lujo”, afirmó Schendler. “Si llega a su fin, ni modo, no pasa nada, pero tenemos que pensar en el cambio climático en términos de la amenaza que supone para la sociedad”.
Schendler piensa que abordar el tema del esquí y otras actividades invernales es solo una pequeña manera de ayudar a que la gente comprenda qué se podría perder en un “mundo afectado por el cambio climático”.
“Las personas comprenderán un problema incierto, complicado y técnico como es el clima desde la perspectiva de una actividad que les encanta y les importa”, afirmó.
Schendler lo define como un “problema histórico y hereditario”.
“Digamos, solíamos andar en trineo con la familia, y si toleramos perder eso, ¿qué hemos perdido como seres humanos y como cultura?”.
En lo que respecta a los administradores de Sunlight Mountain, esperan que la pequeña zona local para esquiar aguante hasta el final para que las futuras generaciones puedan vivir la misma experiencia conforme transcurre su vida en las pendientes nevadas.
“Ha sido un lugar maravilloso donde mis hijos han crecido esquiando”, comentó Baumli. “Es un lugar familiar muy divertido y realmente espero que permanezca para brindar la misma experiencia a mis nietos y bisnietos.
Nota del editor: Esta historia pertenece a una serie de cuatro partes de la Aspen Public Radio, Adaptation: Responding to Climate Change in the Roaring Fork Valley (Respuesta ante el cambio climático en el valle de Roaring Fork).
La serie está financiada por un subsidio de la Environment Foundation (Fundación para el medio ambiente) de Aspen Skiing Company. Si desea compartir la idea para una historia para nuestra cobertura continua sobre el clima, comuníquese con nosotros escribiendo a news@aspenpublicradio.org.
Esta noticia fue traducido en Español por Global Language Services.